miércoles, 10 de mayo de 2017

La Sangre que no se ve


 Sonseca, 29-2-76 / 



Siento la potencia de mi alma
abatirse serenamente,
caer de la forma mas estúpida
en impotencia
que me sacude
entre los acantilados de mis días.


Y es que no perdona
cuándo se siente vacía,
cuándo un brusco temblor
hace parpadear las carnes
tras ese amor que se ansía
y no puede alcanzarse.

Puedo permitirme,
al menos,
ser débil en mi poesía
y llorar porque
en la vida anda el cuerpo
y no el alma,
y una lágrima será del cuerpo
un castigo,
pero es del alma un sosiego.

De qué me sirven mis sueños
de pírricas victorias,
si por no poder
ni puedo elegir mi derrota
y en este maldito día gris
la sonrisa en los labios
se me hace hielo
para dejarme como única coraza,
esta amarga cicatriz..

                                        


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