Veo
por la ventana dos enormes grúas
que, autómatas, construyen
un nuevo
edificio
en la plaza de
Cristo Rey,
no veo a nadie
manejarlas
ni recibir el
material que esas grúas
trasladan con su
mecánico oficio.
Suena la sirena
y me asomo,
la ambulancia
sortea los obstáculos,
ella sola con
dos luces girando
a la velocidad
del espanto,
nadie dirige la
ambulancia,
tampoco los
obstáculos.
Ayer había un
incendio
en el Faro de la
Moncloa
vi el humo pero
a ningún farero,
tampoco vi a
nadie apagándolo
aunque si vi
varias escaleras
en el techo de
los camiones de bomberos.
A nadie vi
huyendo o acercándose al fuego.
Toda la gente
que veo
está aquí dentro
a una hija y
Diego,
y a otra hija y
Alejandro
y Felisa, veo a
Felisa,
aunque ella ya
no está,
el cuerpo solo,
que respira,
pero ella no
está,
Felisa ya no
está.
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